DIPLOMACIA HUMANA
“Expandir una civilización de
diálogo es aceptar el profundo y magnífico desafío de lograr la paz del mundo"(D.I.)
“Sobre la base de valores compartidos, ¿hasta
dónde podemos expandir el verdadero diálogo a fin de que este llegue a ser una
base común para toda la humanidad? ¿Cómo podemos emplear el poder del diálogo
para acercar a los pueblos del globo y elevar a la humanidad hacia una nueva
eminencia? En este mundo de hoy, sumamente complejo, en el que se superponen
odios, intereses contrapuestos y conflictos, la sola idea de intentarlo puede
resultar nada más que idealismo inútil.
¿Cómo puede la humanidad del siglo XXI desafiarse
para superar las crisis de la época? Desde luego, no existen soluciones
simples; no poseemos una ‘varita mágica’ que podamos agitar en el aire para que
todo el panorama se aclare de repente. (…)
El objetivo primordial de todo esfuerzo debe ser,
antes que nada, hacer surgir el potencial para el diálogo en su forma más
plena. En tanto la historia de la humanidad siga su curso, habremos de
enfrentar el desafío perenne de establecer, mantener y fortalecer la paz a
través del diálogo, de hacer del diálogo el camino certero y firme hacia la
paz. (…)
Por mi parte, establecí un firme compromiso con la
ʻdiplomacia
humanaʼ, la clase
de diplomacia que busca terminar con las divisiones y unir nuevamente al mundo
en el espíritu de la amistad y de la confianza; y, paralelamente, me dediqué a
desarrollar todo tipo de intercambios entre la ciudadanía común, en los campos
de la educación y de la cultura. Con la determinación de ver más allá de las
diferencias nacionales e ideológicas, emprendí el diálogo con líderes
internacionales de los más diversos campos del quehacer humano. Me he reunido
para intercambiar ideas con personas de creencias filosóficas, culturales y
religiosas sumamente diversas, entre otras, representantes del judaísmo, el
cristianismo, el islamismo y el confucianismo. Mi convicción más profunda, que
se ha visto confirmada a través de estas experiencias, es que la base del
diálogo que debemos emplear en el siglo XXI debe ser el humanismo, ese
humanismo que ve el bien en todo aquello que nos une y nos acerca, y el mal, en
lo que nos divide y nos distancia. (…)
A medida que se propaga y multiplica el oleaje del
diálogo, su onda expansiva genera en el flujo de las corrientes esa clase de
cambio capaz de imprimir una nueva dirección a las fuerzas del fanatismo y del
dogmatismo. El efecto acumulativo de tales esfuerzos, aparentemente
insignificantes, es, estoy convencido, suficiente para cambiar el rumbo de la
época… El factor crucial es, por ende, emprender el duro y minucioso trabajo de
desafiar, a través de la lucha espiritual que significan el encuentro con los
demás y el diálogo intenso, los supuestos y los apegos por los que nos regimos
los seres humanos.”
Daisaku Ikeda (*)
(*) Daisaku Ikeda es un
constructor de la paz, un filósofo budista, un promotor de la educación,
escritor y poeta. Ha sido presidente de la organización laica budista del
Japón, Soka Gakkai, de 1960 a 1979. Es el presidente fundador de la Soka Gakkai
Internacional (SGI), la cual es una de las asociaciones budistas de base comunitaria
más diversa y más numerosa del mundo, dedicada a fomentar el empoderamiento
humano y la contribución social en aras de la paz. Es también fundador de las
instituciones educativas Soka y de entidades internacionales dedicadas a
promover la paz, la cultura y la educación
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