Sunday, June 5, 2016

¡Eureka! NO SOMOS MENSURABLES




¿Qué nos hace particularmente humanos: la conciencia, el pensamiento, el sentimiento, el libre albedrío? ¿Somos seres enteramente definibles desde el determinismo biológico? ¿Respondemos mecánicamente a ciertos estímulos con un patrón determinado? ¿Nacemos completos o, naciendo, reiniciamos el proceso de completarnos?

Diría que somos una “ecuación” compleja cuyo resultado acepta múltiples variables, producto de nuestra libertad de elección, aún si ésta estuviera oculta en lo contextual de cada vida.

Nos estamos actualizando constantemente, pero… ¿qué aspectos de la existencia actualizamos: los evolutivos, los científicos, los espirituales?  Es sabido que los avances de la ciencia en los campos de la física, de la medicina, de la biología, de la robótica –por nombrar algunos- muestran una formidable celeridad. Por otro lado, la tecnología confronta al hombre, día a día, con su propia capacidad para la adecuación productiva, considerada exigible en la sociedad moderna y/o futurista. En ella, casi todo está a nuestro alcance, de modo que podríamos sentirnos satisfechos, provechosos, plenos, felices.

No obstante, “algo” nos falta y, a su vez, “algo” existe en demasía. Dentro de esta confusa ambivalencia, sí percibimos lo faltante como un elemento esencial, trascendente, vital, constitutivo.

¿Nos estaría faltando el Saber, en tanto experiencia?, ¿el Pensar, en tanto discernimiento?, ¿la Educación, en tanto transmisión de valores?, ¿la Emoción, en tanto manifestación del ser y del ser con otros?, ¿el Vínculo, en tanto construcción del amor?, ¿el Sentido Común como parámetro de convivencia?  Posiblemente, nos estaría faltando el HOMBRE como fin en sí mismo

Si a nuestra biología no le incorporamos éstas y otras particularidades humanas –construidas en la matriz social desde la cual el otro nos inscribe en el mundo- el conocimiento de la vida sería absurdamente precario.  En ese caso, nos habríamos conformado sólo con la versión cientificista –“qué  somos”- habiendo desertado de la verdad última – “quiénes llegaríamos a ser”-.

Definitivamente, habríamos prescindido de lo más valioso e impredecible del hombre: su subjetividad. Y he aquí la inquietante maravilla de la condición humana: somos, en cierta forma, indefinibles; no cabemos en silogismos ni prospectos, ni tenemos una pizca de semejanza con las partículas estables.

¡Afortunadamente no somos mensurables! Somos simplemente HUMANOS.

Marité Tilvé
Lic. C. de la Comunicación - Periodista





Fan page Facebook Rescatando Valores       

Grupo Rescantado Valores hoy