Que el espíritu de renovación de
la Primavera nos conecte con las posibilidades de transformación de nuestra
conciencia -aún dormida- para darle la bienvenida al propio renacer.
EL PRIMER VERDOR
“Con el 21 de setiembre, en el
hemisferio sur, comenzamos el equinoccio de primavera. La palabra primavera
procede del vocablo latino “primum” (primero) y “viridis” (verde) que, a su
vez, procede de “vivere” (brotar). Por lo cual primavera, etimológicamente,
significaba “el primer verdor”, los brotes iniciales de la naturaleza que
renace.
La primavera, en la Antigüedad,
tiene relación con distintas mitologías. En la romana la diosa Flora era la
divinidad de las flores y los jardines. Su festividad -la Floralia- simbolizaba
la renovación y el resurgimiento del ciclo de la vida. Su equivalente en la
mitología griega era Cloris, la diosa eternamente joven que fue raptada y
casada con el dios de los vientos –Céfiro- al quedar obnubilado por su belleza
concediéndole, por ello, el imperio de las flores.
También la diosa Deméter, la
Madre Tierra o Madre del Grano - llamada Ceres en la mitología romana- tenía como misión cuidar los cultivos y la
fecundidad de la tierra. Ella era la madre de Perséfone, de gran belleza,
conocida como Proserpina en la mitología romana. El dios Hades -el dios de los
muertos- llamado Plutón en la mitología
romana, se enamoró de ella a primera vista, la raptó y la llevó a su reino, en
los infiernos. Aunque Perséfone gritó pidiendo la ayuda al dios supremo, Zeus,
éste no la oyó. Sólo Helios, el sol, y Hécate, diosa de la noche y de la
hechicería - Trivia en la mitología romana-
se percataron de lo que había sucedido. Helios contó a Démeter que su
hija había sido secuestrada por Hades. Llena de dolor, la afligida madre se
negó a permanecer en el Monte Olimpo, residencia de los dioses y disfrazada de
una anciana buscó a su hija.
La diosa vagó por la tierra por
largo tiempo sin poder encontrar a Perséfone. No la encontraba y, dolorida por su ausencia, decidió detener las
cosechas. Zeus y los demás dioses le rogaron que permitiera que los cultivos
dieran su fruto. Ella se negó y amenazó con hacer padecer a toda la humanidad
de hambre si Hades no concedía que su hija
regresara con ella. Zeus ordenó entonces a Hades que trajera a Perséfone
desde el infierno, lo que éste cumplió, no sin antes hacer que la joven comiera seis
granos de granada, símbolo de la indisolubilidad del matrimonio que
habían contraído.
Algunos dicen que le hizo
consumir, además, la comida de los muertos, lo cual hacía imposible que
volviera por siempre junto a su madre. Las seis semillas de granada implicaban
que tendría que vivir seis meses –el tiempo de la germinación de dicha semilla-
en la oscuridad del infierno, cuando llegara el invierno, y seis meses con su
madre, al comenzar la primavera. Durante el tiempo en que su hija estaba con
Hades, Deméter se entristecía, provocando -con su humor y tristeza- el otoño y
el invierno. La presencia y la ausencia de Perséfone provocaban -en el mundo de los mortales- la
alternancia de las estaciones.
La Primavera, tanto en la
naturaleza como en las mitologías, está asociada al espíritu de Renovación, Renacimiento, Regeneración, Resurgimiento y Revivificación
de todos los procesos vitales. El ciclo de la vida vuelve a empezar con ímpetus
renovados. Es el renacer de todo lo vivo, la explosión y el estallido de la
existencia con toda su fuerza rejuvenecida en una multitud de colores, texturas
y aromas.
Es también -para la mitología
griega- un mito de fertilidad, transformación y muerte: el mundo subterráneo
donde vive Perséfone, desde el equinoccio de otoño al de primavera, simboliza
la semilla sembrada que espera germinar en la próxima primavera, permitiendo la
continuación de la vida en la tierra.”
Fuente: “El Arquetipo de la
Primavera”
E. Casas (fragmento)
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