Sunday, October 22, 2017



MANIFESTO 2000

Por una Cultura de la Paz y la no violencia


El Manifiesto 2000 –Año Internacional para la Cultura de la Paz- ha sido formulado por los Premios Nobel de la Paz para que el individuo asuma su responsabilidad. No es ni un llamamiento, ni una petición dirigida a instancias superiores. Es la responsabilidad de cada ser humano de convertir en realidad los valores, las actitudes, los comportamientos forjadores de una Cultura de Paz.

Cada ciudadano puede actuar en el marco de su familia, su localidad, su ciudad, su región y su país practicando y fomentando la no violencia, la tolerancia, el diálogo, la reconciliación, la justicia y la solidaridad día a día.

El 4 de marzo de 1999, en París, el Manifiesto 2000 se dió a conocer proponiéndose a la firma del público alrededor del mundo. El objetivo es que puedan reunirse cien millones de firmas al amanecer del tercer milenio cuando tenga lugar la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre del año 2000.

El Manifiesto 2000 se encuentra abierto para que las organizaciones que lo deseen puedan ser eco del emprendimiento y colaboren con su difusión.

El Manifiesto 2000 es parte esencial de la celebreción del Año Internacional de la Cultura de Paz, y es por esto que se ha utilizado el mismo logotipo de las dos manos unidas como símbolo para ambos casos.

Participar de esta iniciativa firmando el Manifiesto 2000 y promoviéndolo en su entorno es la mejor manera de difundir el Año Internacional de la Cultura de Paz.

Sin lugar a dudas, todos estos hechos e iniciativas y el comienzo de una década dedicada a la Cultura de Paz, demuestran que un nuevo orden mundial asoma en el horizonte de una humanidad agobiada por las guerras, y que crear un mundo en Paz depende no sólo de los gobiernos, sino también de todas las personas que componen la sociedad humana.


Texto del Manifiesto


“Reconociendo mi parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad, especialmente para los niños de hoy y de mañana, me comprometo en mi vida diaria, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a:

    . respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios;

    . practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas: física, sexual, psicológica, económica y social, en particular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes;

    . compartir mi tiempo y mis recursos materiales cultivando la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica;

    . defender la libertad de expresión y la diversidad cultural privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo del prójimo;

    . promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta;

   .  contribuir al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad.”




Encontranos en: 







Monday, October 16, 2017




FRAGMENTOS PARA UNA POÉTICA EDUCATIVA

“Enseñar cómo dar, no como mezquindad partida: dar lo que nos viene, lo que no es nuestro, lo que todavía no nace ni muere, dar la voz que ya se tenía en el instante que no se sabía. Enseñar cómo partir, no como llegada a puerto.”


“Pensar como escuchar. Todo pensamiento nace en otro sitio, en otra soledad, en otra persona. La noche no puede ordenarse a voluntad, ni tampoco los ríos recorren los sitios que deseamos. Un concepto se sostiene por la fuerza brutal de lo que no miramos, por la banalidad de creer en lo que apenas está frente nuestro o por todo aquello que se vuelve indiferente a las palabras. ¿Qué pensar, cómo hacerlo cuando uno no va hacia el tiempo, sino el tiempo hacia uno? Pensar a partir del anuncio de un abismo: lo que creíamos antes no eran más que muletas precarias derrumbadas al caminar de espalda. Pensar como desear: la boca tiembla. Pensar como fragilidad: el sentir es primero. Pensar como temblor de la lengua: uno debería callarse si quisiéramos que algo ocurra.

Mirar como tocar. Hacer de cuenta que es posible acariciar las rarezas, tocar la parte más esquiva del sol, o la curva del relámpago, o la transparencia de los lados de la lluvia. Mirar con prudencia, para que el tiempo se lleve su propia soledad. Mirar con estupor: como si el deseo estuviera encendido desde antes. Mirar con ternura: como si no hubiera más que infancia. Mirar con sencillez: lo mirado no precisa ser nombrado ni arrastrado. Mirar como acompañar un cuerpo aún indeciso. Mirar para afirmar lo presente, lo que permanece ni muy lejos ni muy cerca: mirar enredado al alrededor. Mirar como lo opuesto de escaparse. Mirar como escuchar.

Enseñar como mostrar. No como torsión hacia el dolor: mostrar el árbol que aún no existe, la trayectoria invisible de un sonido hasta su inesperada palabra, la rebelión de una idea y sus cenizas, el instante en que la lluvia es posterior a su semblanza. Enseñar como señalar, no como acusación de ignorancia: señalar hacia lo más lejano y lo más próximo, darse cuenta de lo mínimo y olvidar lo absoluto, mirar hacia los lados como quien se sumerge en turbulencias. Enseñar cómo dar, no como mezquindad partida: dar lo que nos viene, lo que no es nuestro, lo que todavía no nace ni muere, dar la voz que ya se tenía en el instante que no se sabía. Enseñar cómo partir, no como llegada a puerto. (…)

Educar como caminar. Encontrar el propio paso, el propio peso y la propia liviandad, la breve y fugaz medida de los átomos, las circunferencias y las páginas escritas o todavía blancas. Quitarse de uno, de lo que yo se es, de lo que yo se sabe: lo idéntico a sí mismo no provoca sino necedad y hartazgo. Irse al mundo: a las tumbas de los poetas, a los cielos próximos, al pasado menos reciente, a la duración de lo frágil, a los gestos que todavía están inmóviles. Educar como retirarse, irse lejos de casa, lejos de todo punto de partida. Educar como respiración: nada se aprende del ahogo. Educar como escapar: de la apatía, de la tiranía, del vozarrón. Educar como regresar a ese sitio donde nunca estuvimos antes.”

Carlos Skliar (*)


(*) Autor, ensayista y poeta argentino, Carlos Skliar es doctor en Fonología, especialidad en Problemas de la comunicación humana, con estudios de posdoctorado en Educación por la Universidad Federal de Río Grande do Sul, Brasil y por la Universidad de Barcelona, España. Actualmente se desempeña como Investigador Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Argentina, CONICET y como coordinador del área de educación de FLACSO, Argentina, donde coordina el proyecto Experiencia y alteridad en Educación, junto con Jorge Larrosa (Universidad de Barcelona). Autor, entre otros, de los libros: La educación de los sordos (1997); La educación (que es) del otro. Argumentos y desierto de argumentos pedagógicos (2007), etc.




Tuesday, October 3, 2017



AMAR EDUCA

Para que el amar eduque hay que amar y tener ternura. 
El amar es dejar aparecer. 


“Cuando decimos que amar educa, lo que decimos es que el amar como espacio que acogemos al otro, que lo dejamos aparecer, en el que escuchamos lo que dice sin negarlo desde un prejuicio, supuesto, o teoría, se va a transformar en la educación que nosotros queremos. Como una persona que reflexiona, pregunta, que es autónoma, que decide por sí misma.

Amar educa. Si creamos un espacio que acoge, que escucha, en el cual decimos la verdad y contestamos las preguntas y nos damos tiempo para estar allí con el niño o niña, ese niño se transformará en una persona reflexiva, seria, responsable que va a escoger desde sí. El poder escoger lo que se hace, el poder escoger si uno quiere lo que escogió o no, ¿quiero hacer lo que digo que quiero hacer?, ¿me gusta estar dónde estoy?”, son algunas de las preguntas que aparecen.

Para que el amar eduque hay que amar y tener ternura. El amar es dejar aparecer. Darle espacio al otro para que tengan presencia nuestros niños, amigos y nuestros mayores”.

H. Maturana (*)

(*) Premio Nacional de Ciencias Naturales 1994. Nació el 14 de septiembre de 1928 en Santiago.
Estudió en el Liceo Manuel de Salas y en 1950 ingresó a a Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. En 1954 se trasladó al University College London para estudiar anatomía y neurofisiología, gracias a una beca de la Fundación Rockefeller. En 1958 obtuvo el Doctorado en Biología de la Universidad Harvard, en Estados Unidos. Fue ayudante de la cátedra de Biología del Profesor Gabriel Gasic en la Facultad de Medicina. Entre 1958 y 1960 se desempeñó como investigador asociado en el Departamento de Ingeniería Eléctrica del Massachussets Institute of Technology.
En 1960 volvió a Chile para desempeñarse como ayudante segundo en la cátedra de Biología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Entre 1965 y 2000 fue Profesor Titular del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias.
En la década de 1970 creó y desarrolló junto a Francisco Varela el concepto de autopoiesis. En el año 2000 fundó junto a Ximena Dávila el Instituto de Formación Matríztica.


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