Wednesday, May 1, 2019


LA PRUDENCIA: SABIDURÍA PRÁCTICA.

“La prudencia es un amor que elige con sagacidad”
(San Agustín)

La Prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales de la Antigüedad. Etimológicamente deriva de la voz latina prudentia, a su vez vinculada con providentia, de procul videre, ver desde lejos. La virtud de la Prudencia también ha sido designada con una voz más antigua: discretio, que significa elección, buen juicio y que está emparentada con el verbo discernir. 

Ser prudente no sólo cumple el propósito de prevenir peligros; el hombre prudente tiene la capacidad de discernir correctamente lo que es malo o bueno para él en una situación particular. La Prudencia es una virtud presente pero preventiva y anticipadora, y no debiera ser confundida con la indecisión o la cobardía. El hombre prudente está atento no sólo a lo que sucede, sino también a lo que puede acontecer. 

La Prudencia es, además, una sabiduría práctica irremplazable que advierte sobre lo que debiera ser evitado y lo que podría resultar más adecuado. No se es prudente por saber mucho, sino por saber lo que se necesita para alcanzar un propósito con las mejores herramientas disponibles. Podríamos decir que la Prudencia favorece el equilibrio derivado de la comprensión y lo pone a prueba en el momento de la acción.

¿Por qué la Prudencia se inscribe en el ámbito de la sabiduría práctica? La sabiduría práctica aparece como la capacidad intelectual más importante para el despliegue cotidiano de los actos humanos. A través de la sabiduría práctica ejercemos una valoración respecto de la coherencia entre los ideales de vida y las prácticas que elegimos para llevarlos a cabo. En ese aspecto, la Prudencia puede considerarse como el sendero que nos permite transitar del pensamiento a la vida práctica, en tanto logra integrar las peculiaridades de un conflicto concreto, con la decisión sensata adaptada a la individualidad de cada situación particular. Considerada como una “inteligencia virtuosa”, la Prudencia condiciona todas las demás virtudes y se pone a su servicio: ¿cómo diferenciar la valentía de la temeridad sino mediante la Prudencia?

La realidad impone sus obstáculos y su incertidumbre, la Prudencia es el arte de tenerlos en cuenta. Ningún acto humano debiera prescindir de ella. 

Lic. Marité Tilvé


Fuente: A. Comte-Sponville, “Pequeño tratado de las grandes virtudes”


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