LA TIERRA VENIDERA
“Un día sentí una profunda añoranza, e incluso una aguda necesidad de estar cerca de la tierra”
Desde que trabajo en
el jardín percibo el tiempo de manera distinta. Transcurre mucho más
lentamente. Se dilata. Me parece que falta casi una eternidad hasta que llegue
la próxima primavera. La próxima hojarasca otoñal se distancia hasta una
lejanía inconcebible. Incluso el verano me parece infinitamente lejano. El
invierno se me hace ya eterno. El trabajo en el jardín invernal lo prolonga.
Jamás me resultó tan largo el invierno como en mi primer año de jardinero. Sufrí
mucho a causa del frío y la helada persistente, pero no por mí, sino sobre todo
por las flores de invierno, que mantenían su floración incluso con la nieve y
en plena helada persistente. Mi mayor preocupación eran las flores, y por eso
les brindaba mi asistencia. El jardín me aleja un paso más de mi ego. No tengo
hijos, pero con el jardín voy aprendiendo lentamente qué significa brindar
asistencia, preocuparse por otros. El jardín se ha convertido en un lugar del
amor.
El tiempo del jardín
es un tiempo de lo distinto. El jardín tiene su propio tiempo, sobre el que yo
no puedo disponer. Cada planta tiene su propio tiempo específico. En el jardín
se entrecruzan muchos tiempos específicos. Los azafranes de otoño y los
azafranes de primavera parecen similares, pero tienen un sentido del tiempo
totalmente distinto. Es asombroso cómo cada planta tiene una conciencia del
tiempo muy marcada, quizá incluso más que el hombre, que hoy de alguna manera
se ha vuelto atemporal, pobre de tiempo. El jardín posibilita una intensa
experiencia temporal. Durante mi trabajo en el jardín me he enriquecido de
tiempo. El jardín para el que se trabaja devuelve mucho. Me da ser y tiempo (…)
La digitalización
aumenta el ruido de la comunicación. No solo acaba con el silencio, sino
también con lo táctil, con lo material, con los aromas, con los colores
fragantes, sobre todo con la gravedad de la tierra. La palabra humano viene de
humus, tierra. La tierra es nuestro espacio de resonancia, que nos llena de
dicha. Cuando abandonamos la tierra nos abandona la dicha.
Byung-Chul Han (*)
“Loa a la tierra. Un
viaje al jardín”, fragmento.
(*) Es un
reconocido filósofo y teórico cultural radicado en Alemania. Estudió filosofía
en la Universidad de Friburgo, y literatura alemana y teología en la
Universidad de Múnich. Actualmente es profesor en la Universidad de Artes de
Berlín. Ha escrito una serie libros contundentes sobre temas tan diversos como
los trastornos de personalidad, la depresión, Internet, el amor, la cultura
pop, la religión, la subjetividad, y violencia.
Su obra más reconocida es La sociedad del cansancio (2012), y otros de
sus títulos son El aroma del tiempo, Psicopolítica, La sociedad de la
transparencia, y La agonía del Eros.
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